Existen muchos mitos alrededor de la crianza de niños con discapacidades. Que no necesitan ser educados en normas de comportamiento, que no se les debe adjudicar responsabilidades en el hogar, que se deben tratar como "especiales", que siempre serán niños y por eso se deben tratar como tales.
Estas creencias, por mencionar algunas, parten de padres que no han interiorizado 3 preguntas claves: 1. qué es la discapacidad, 2. qué significa para sus vidas tener un hijo con una condición particular 3. cómo ha sido su relación previa con la discapacidad.
Es primordial que antes de asumir posturas o seguir patrones de crianza, los padres se hagan preguntas como:
¿Cuál es mi actitud frente a la discapacidad?
¿Qué significa para mi historia de vida tener un hijo con discapacidad?
¿Qué necesito como padre para poder educar a un hijo con discapacidad?
¿Cómo vamos a organizarnos como pareja y como familia para asumir la educación y rehabilitación de este hijo?
A partir de estas reflexiones, debe existir una etapa donde se permita la elaboración de un duelo frente a la perdida de un hijo sano, en el que los padres puedan revisar los sentimientos que les genera la discapacidad de un hijo, como puede ser el sentimiento de culpa.
El duelo comienza en el momento del diagnostico el cual se puede dar en distintos momentos y de acuerdo a la situación en la que los padres se enfrenten a la discapacidad. La primera cuando antes de que su hijo o hija nazca, ya conocen el diagnóstico de discapacidad. La segunda, cuando el niño va creciendo y detectan en él comportamientos "anormales" para su edad, y una última, cuando después de grande, el niño o niña sufre un accidente o padece una enfermedad que ocasione una discapacidad.
En cualquiera de estas etapas, el duelo debe darse junto con una interiorización del concepto de discapacidad. Según la psicóloga Silvia Afanador, entender la discapacidad es entender la particularidad de la situación de su hijo, tener conciencia de las habilidades y limitaciones del niño y tratarlo de acuerdo a sus posibilidades, pero siempre teniendo en cuenta que su condición no lo excluye de responsabilidades y comportamientos.
La discapacidad se debe entender en el contexto de historia de vida de los padres y no en la sociedad. Esta reflexión debe ser emocional y racional e implica romper con los paradigmas de lo que es ser discapacitado.
Estas creencias, por mencionar algunas, parten de padres que no han interiorizado 3 preguntas claves: 1. qué es la discapacidad, 2. qué significa para sus vidas tener un hijo con una condición particular 3. cómo ha sido su relación previa con la discapacidad.
Es primordial que antes de asumir posturas o seguir patrones de crianza, los padres se hagan preguntas como:
¿Cuál es mi actitud frente a la discapacidad?
¿Qué significa para mi historia de vida tener un hijo con discapacidad?
¿Qué necesito como padre para poder educar a un hijo con discapacidad?
¿Cómo vamos a organizarnos como pareja y como familia para asumir la educación y rehabilitación de este hijo?
A partir de estas reflexiones, debe existir una etapa donde se permita la elaboración de un duelo frente a la perdida de un hijo sano, en el que los padres puedan revisar los sentimientos que les genera la discapacidad de un hijo, como puede ser el sentimiento de culpa.
El duelo comienza en el momento del diagnostico el cual se puede dar en distintos momentos y de acuerdo a la situación en la que los padres se enfrenten a la discapacidad. La primera cuando antes de que su hijo o hija nazca, ya conocen el diagnóstico de discapacidad. La segunda, cuando el niño va creciendo y detectan en él comportamientos "anormales" para su edad, y una última, cuando después de grande, el niño o niña sufre un accidente o padece una enfermedad que ocasione una discapacidad.
En cualquiera de estas etapas, el duelo debe darse junto con una interiorización del concepto de discapacidad. Según la psicóloga Silvia Afanador, entender la discapacidad es entender la particularidad de la situación de su hijo, tener conciencia de las habilidades y limitaciones del niño y tratarlo de acuerdo a sus posibilidades, pero siempre teniendo en cuenta que su condición no lo excluye de responsabilidades y comportamientos.
La discapacidad se debe entender en el contexto de historia de vida de los padres y no en la sociedad. Esta reflexión debe ser emocional y racional e implica romper con los paradigmas de lo que es ser discapacitado.
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